Ciclistas casuales y entusiastas del pedal se dan cita cada sábado para aprender a poner a punto sus vehículos en la primera ‘Biciescuela’ de Granada.
La bicicleta va deshaciéndose, poco a poco, de su imagen de simple juguete para los más pequeños y de pasatiempo de fin de semana para deportistas. Cada vez son más las personas que la utilizan a diario como medio de transporte para ir a la universidad, al trabajo, a la biblioteca… pero tarde o temprano se hace inevitable tener que sustituir la cámara de aire o cambiar la cadena, pequeñas chapuzas que no todo el mundo sabe afrontar. Es entonces cuando el vecino del cuarto o el primo manitas entran en juego, solventando la papeleta hasta la próxima ocasión. Esa es la opción fácil. Pero si realmente se quiere aprender a lidiar con los achaques de la bicicleta, la mejor idea es acercarse cualquier sábado por la mañana a la ‘Biciescuela Granada’, un improvisado taller que enseña a los usuarios de estos vehículos a mantener como nuevo su medio de transporte. Abogan por una Granada en la que la bicicleta esté adaptada al tráfico en algo que se ha venido a llamar ‘Espacio compartido’
La iniciativa lleva ya tres años funcionando y la hacen posible un puñado de amigos que tienen por hobby darle al pedal y al destornillador. Jordi Titay, Rafael Román y David Iglesias son sólo algunos de sus componentes, aunque cada fin de semana son decenas las personas que acuden a la ‘Biciescuela’.
“Suele venir bastante gente, algunos de ellos no se pierden ni un solo día, nos ayudan mucho”, explica Román, mientras atiende una consulta de una pareja de transeúntes que se han acercado al taller para curiosear.
Lleva ya tres años funcionando y la hacen posible un puñado de amigos que tienen por hobby darle al pedal y al destornilladorCajas de herramientas, bicicletas más o menos nuevas y gente con ganas de aprender son en el panorama normal del sábado por la mañana, una escena que se suele dar en una pequeña esquina de la Fuente de las Batallas. “Aquí no reparamos las bicicletas, de lo que se trata es de enseñar al propio usuario a arreglar su vehículo, facilitándole las herramientas y ayudándole en todo lo que necesite”, explica Román, quien también menciona que no siempre las cosas fueron bien para ellos.
“Cuando comenzamos con el taller, había ocasiones en que la policía se acercaba y nos ponía problemas. Acudimos al Ayuntamiento para explicar lo que estábamos haciendo y claro, para solicitarles permiso. Nos respondieron con el silencio, pero a partir de ahí la policía no nos ha vuelto a poner pegas”.
La actividad, que no tiene ánimo de lucro, la financian Rafael Román y sus compañeros dando pequeñas fiestas en algunos pubs de la ciudad, aunque como el propio joven reconoce con humor, “ahora estamos en números rojos”.
Al margen de tornillos, parches y ruedas, Román explica que ellos abogan por una Granada en la que la bicicleta esté adaptada al tráfico en algo que se ha venido a llamar ‘Espacio compartido’, una concepción de ciudad “sin señales de tráfico” ideada por el ingeniero alemán Hans Monderman y de la que ha hablado la propia DGT en su publicación en Internet.
Peatones, vehículos a motor y bicis estarían integradas y complementadas de tal manera que los accidentes de tráfico se reducirían considerablemente. “Ya se ha probado en otras ciudades europeas y funciona. Evita accidentes y reduce los atascos”, comenta Román, que tacha de “ineficaz” el carril bici.
Ellos ponen las herramientas y la experiencia, el resto depende de los ciclistas que quieran pasarse los sábados a eso del medio día por la Fuente de las Batallas. Ya no hay excusa que valga para dejar aparcada la vieja bicicleta que descansa en el trastero.
La bicicleta va deshaciéndose, poco a poco, de su imagen de simple juguete para los más pequeños y de pasatiempo de fin de semana para deportistas. Cada vez son más las personas que la utilizan a diario como medio de transporte para ir a la universidad, al trabajo, a la biblioteca… pero tarde o temprano se hace inevitable tener que sustituir la cámara de aire o cambiar la cadena, pequeñas chapuzas que no todo el mundo sabe afrontar. Es entonces cuando el vecino del cuarto o el primo manitas entran en juego, solventando la papeleta hasta la próxima ocasión. Esa es la opción fácil. Pero si realmente se quiere aprender a lidiar con los achaques de la bicicleta, la mejor idea es acercarse cualquier sábado por la mañana a la ‘Biciescuela Granada’, un improvisado taller que enseña a los usuarios de estos vehículos a mantener como nuevo su medio de transporte. Abogan por una Granada en la que la bicicleta esté adaptada al tráfico en algo que se ha venido a llamar ‘Espacio compartido’
La iniciativa lleva ya tres años funcionando y la hacen posible un puñado de amigos que tienen por hobby darle al pedal y al destornillador. Jordi Titay, Rafael Román y David Iglesias son sólo algunos de sus componentes, aunque cada fin de semana son decenas las personas que acuden a la ‘Biciescuela’.
“Suele venir bastante gente, algunos de ellos no se pierden ni un solo día, nos ayudan mucho”, explica Román, mientras atiende una consulta de una pareja de transeúntes que se han acercado al taller para curiosear.
Lleva ya tres años funcionando y la hacen posible un puñado de amigos que tienen por hobby darle al pedal y al destornilladorCajas de herramientas, bicicletas más o menos nuevas y gente con ganas de aprender son en el panorama normal del sábado por la mañana, una escena que se suele dar en una pequeña esquina de la Fuente de las Batallas. “Aquí no reparamos las bicicletas, de lo que se trata es de enseñar al propio usuario a arreglar su vehículo, facilitándole las herramientas y ayudándole en todo lo que necesite”, explica Román, quien también menciona que no siempre las cosas fueron bien para ellos.
“Cuando comenzamos con el taller, había ocasiones en que la policía se acercaba y nos ponía problemas. Acudimos al Ayuntamiento para explicar lo que estábamos haciendo y claro, para solicitarles permiso. Nos respondieron con el silencio, pero a partir de ahí la policía no nos ha vuelto a poner pegas”.
La actividad, que no tiene ánimo de lucro, la financian Rafael Román y sus compañeros dando pequeñas fiestas en algunos pubs de la ciudad, aunque como el propio joven reconoce con humor, “ahora estamos en números rojos”.
Al margen de tornillos, parches y ruedas, Román explica que ellos abogan por una Granada en la que la bicicleta esté adaptada al tráfico en algo que se ha venido a llamar ‘Espacio compartido’, una concepción de ciudad “sin señales de tráfico” ideada por el ingeniero alemán Hans Monderman y de la que ha hablado la propia DGT en su publicación en Internet.
Peatones, vehículos a motor y bicis estarían integradas y complementadas de tal manera que los accidentes de tráfico se reducirían considerablemente. “Ya se ha probado en otras ciudades europeas y funciona. Evita accidentes y reduce los atascos”, comenta Román, que tacha de “ineficaz” el carril bici.
Ellos ponen las herramientas y la experiencia, el resto depende de los ciclistas que quieran pasarse los sábados a eso del medio día por la Fuente de las Batallas. Ya no hay excusa que valga para dejar aparcada la vieja bicicleta que descansa en el trastero.
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